sábado, 26 de octubre de 2013

El sur también existe

Celebrar que la amistad se fortalece es importante. Y nada mejor que un mal comienzo, porque a partir de ese momento solo se puede ir hacia arriba. Tras sufrir la peor caña de Barcelona en el mítico Zurich, antaño una de las terrazas más reputadas de Barcelona, y actualmente una tragaperras para turistas incautos e indígenas despistados, nuestros héroes se encaminaron hacia un céntrico local de tapas con aires del Sur para homenajear a uno de sus baluartes, a ese hombre que siempre tiene una palabra optimista, una sonrisa y un comentario subido de tono para animar cualquier situación. Sin duda, uno de los más queridos del grupo por su vitalidad y buen humor.

El homenajeado se prestó a una de las fotografías más entrañables que un ser humano puede hacer: prestar su apoyo moral junto a un esforzado trabajador de uno de esos establecimientos que alimentan nuestros cuerpos y nuestro espíritus mientras mostraba orgulloso un cartel promocional que glosaba las virtudes del local que le sustenta.
Tras  vaciar seis cubos de quintos, con una media de cinco quintos por barba, y tras gozar de un sabroso jamón, un destacable “chicharroncico”, unas interesantes patatas bravas, unos ricos montaditos y una ensaladilla que solo fue deglutida por dos valientes (uno de ellos, el que suscribe este artículo), se sucedieron los brindis por la amistad mientras la media de edad de los asistentes al local bajaba por momentos, y nos convertíamos en los abuelos de la taberna franquiciada.

Después de producirse las primeras bajas del grupo, los restos del batallón de homenaje se encaminaron hacia una tasca venezolana en la que rematar la celebración. Tras disfrutar de la suciedad de la Barcelona post Fórum de las Culturas y pre Juegos Olímpicos de Invierno del 2060, llegamos a nuestro objetivo. Los más hambrientos atacaron unas ricas empanadas de maíz, los más afectados nos conformamos con piñas coladas o mojitos. Como el ambiente era íntimo, la luz tenue y las velas románticas, el resto de la parroquia del local pudo pensar que los cuatro amiguetes estaban rozándose por debajo de la mesa. Pero no. Lo único que se rozaba en nuestro rincón eran los vasos, brindando por el homenajeado, y las manos que pugnaban por las empanadillas.
Con el último trago, el grupo se disolvió, con el recuerdo de una buena noche, mejor compañía y unos tragos de más. Lo de siempre. Pero nos gusta.

martes, 1 de octubre de 2013

Tomás

Inmenso el plato combinado con albóndigas con tomate del mítico Tomás de Sarriá... ñam, ñam.