domingo, 6 de noviembre de 2011

El espíritu del locutorio cumple cuarenta años

Si hubo un momento emotivo en la enésima entrega de la Asamblea de Majaras que se reunió para conmemorar los cuarenta años del Agente Canario, fue cuando recibió como regalo una camiseta dedicada al “espíritu del locutorio”. Y es que esa teoría desarrollada por el protagonista de la velada, una tesis optimista y vital, de esperanza en el ser humano, ha marcado la ideología del grupo junto al “nunca estuvimos tan cerca”. Un grupo de personajes vitales, amigos de sus amigos, que se encontraron para brindar por los próximos cincuenta años de vida del homenajeado. Otro obsequio, el libro “Deseo”, quedó como chiste malo ante la teórica crisis de los 40, absolutamente absurda en un ser tan vital como el anfitrión, y con una mujer tan increíble como la suya.

Y es que el agente Canario ofreció un festín inacabable junto a su querida esposa, la Superintendente de la oficina de Costa de Márfil de la Asamblea. Los tradicionalmente hambrientos agentes no pudieron acabar con las reservas de magníficas costillitas rebozadas, de gambas de sabor sin igual, de sabrosas tortillas aportadas por la esposa del Agente Grada Jove, de un jamón impresionante, de unos mejillones dignos de todo tipo de poesías, de una sepia tan fresca que podría presentarse como candidata a diputada en las próximas elecciones generales, y de un sinfín de otros sabrosos alimentos y un río constante, que llegó a desbordarse, de cerveza y vino para saciar las gargantas sedientas.

La fiesta fue tan entrañable que hasta dos tiernas infantes, que tienen en la mirada la proyección de dos futuras directivas del Fútbol Club Barcelona, alternaron la visión de los dibujos de Tom y Jerry con la ingesta de las magníficas tapas allá presentes. El Agente Spotify nos ofreció los éxitos de ayer y hoy que sirvieron para bajar el festín, con coplas de Angelillo y L'Estaca como grandes hits.

El Agente Grada Jove, tras abandonar durante unos instantes la fiesta para atender una misión internacional – culminada con éxito – se incorporó con la sorpresa que aún quedaban platos y platos y platos por ser devorados. No fue una cuestión de la decadencia de los estómagos por la edad que inexorablemente avanza. Fue que la generosidad del anfitrión nos desbordó positivamente a todos. Y si queríamos ¡más!, había ¡más!. Tan “¡más!” hubo que uno hubiera deseado tener seis aparatos digestivos para seguir disfrutando del momento y no dejar ni un trozo de butifarra.

Tras los tradicionales cánticos en favor de la amistad eterna del Agente Gernika, del Agente Vending, del Agente Sin Papeles, del Agente Parlament y del Cadete Not-pixapí llegó la magnífica tarta que sirvió para certificar la entrada en la cuarentena del homenajeado. Tras la entrañable visita de un convecino que a punto estuvo de unirse a la fiesta, y que al fín conocimos tras años de anonimato, llegó el momento de la despedida y de las promesas de futuras reuniones gastronómicas-lúdico-festivas que alegraran nuestros corazones. ¡Un brindis por el espíritu del locutorio! ¡Un brindis por el Agente Canario! ¡Un brindis por la Asamblea de Majaras!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y tras tanto brindis.... unas bonitas palabras que tomo prestadas del Sr. Lobo, chavales no empezemos a chuparnos las pollas todavia!.
Stay foolish, stay hungry!

Anónimo dijo...

Al espíritu del locutorio también nos lo zampamos.