viernes, 14 de julio de 2006
El agua de la vida
Hace relativamente poco que he descubierto el orujo, dado que era una bebida que no me llamaba la atención. Pero gracias a esas botellas de Cardhu rellenadas que atesoran orgullosos los múltiples bares gallegos repartidos por el mundo, he cambiado mi opinión, y he abandonado la costumbre de pedir en estos locales orujo con miel o de café para lanzarme al orujo orujo, al orujo sin aditamentos. Aunque siempre se pueden hacer excepciones, como en el caso del magnífico Reanimator (orujo con miel) de la pulpería Agudiña. A veces pagas las consecuencias, como hoy, que tengo un ligero dolor de cabeza causado por un orujo atesorado en una botella de gaseosa, pero creo que será un amor para toda la vida...
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