domingo, 21 de marzo de 2010
Psicoquílez, el asesino de la magdalena
Psicoquílez, el asesino de la magdalena (Editorial Espuela de plata) es una pura paranoia de principio a fin. Por encima de la trama detectivesca sobresalen los centenares de gags que pueblan este libro. Es como Aterriza como puedas, pero en papel. Te los vas encontrando como si fueran pequeños tesoros, pero con una frecuencia tan alta, que toda la obra se convierte en un puro disparate. Pero en positivo, porque las sonrisas y carcajadas que causa son continuas.
Las calles de Barcelona son el escenario de las andanzas de un psicópata muy peculiar, que mete en el bolsillo de cada una de sus víctimas una magdalena. Las referencias a instituciones y famosillos son una de las marcas de calidad de la obra. Sergi Belbel recibe, el ayuntamiento, la Generalitat y todo lo que se mueve en Cataluña. El autor, Ángel Ruiz Ayala, ha superado de lejos al cruasán de Pablo Tusset. Con la excusa de una novela semi-negra no para de reírse de las miserias de nuestra sociedad, que son muchas.
Es la lectura perfecta para relajarse, olvidar los problemas y echar unas risas a costa de nosotros mismos y nuestros dirigentes. A mí me gustó, y si les sirve de indicador para calibrar mi buen o mal gusto, los libros de Victor Alexandre me aburren muchísimo. A partir de ahí, decidan ustedes.
Las calles de Barcelona son el escenario de las andanzas de un psicópata muy peculiar, que mete en el bolsillo de cada una de sus víctimas una magdalena. Las referencias a instituciones y famosillos son una de las marcas de calidad de la obra. Sergi Belbel recibe, el ayuntamiento, la Generalitat y todo lo que se mueve en Cataluña. El autor, Ángel Ruiz Ayala, ha superado de lejos al cruasán de Pablo Tusset. Con la excusa de una novela semi-negra no para de reírse de las miserias de nuestra sociedad, que son muchas.
Es la lectura perfecta para relajarse, olvidar los problemas y echar unas risas a costa de nosotros mismos y nuestros dirigentes. A mí me gustó, y si les sirve de indicador para calibrar mi buen o mal gusto, los libros de Victor Alexandre me aburren muchísimo. A partir de ahí, decidan ustedes.
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