miércoles, 19 de marzo de 2008

Les Set Portes

Un restaurante en el que comer te puede salir por sesenta euros de media no puede tener un lavabo equivalente al de un Pans and Company. Toallas de papel, ningún tipo de lujo y bastante pequeño. Eso sí, como en el caso de la bocadillería estaba limpio. Menos mal. ¿Dónde están las toallas de tela, el jabón perfumado, los detalles que te hacen pensar que estás en un gran establecimiento? El servicio, a medias. No te pueden abrir una botella de vino blanco y que en las tres primeras copas haya restos de corcho. Porque los que fuimos nos lo bebemos todo, que si no hubiera sido motivo de queja. ¿Los camareros tienen algo en contra de estar pendientes e ir sirviendo vino a los comensales? Vamos, que no estábamos en la Fonda Lolita y esos detalles marcan. La comida buena, pero algunos platos sosos, y el “aperitivo” que te ofrecen cuando te sientas es tan escaso que parece un chiste. Nueve comensales, tres mini-platos con una docena de arbequinas cada uno. Llévate una buena compañía, o acabarás melancólico pensando en la decadencia de los restaurantes míticos.

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