martes, 19 de diciembre de 2006
Memorias alcohólicas (XII): la casa Torres
Los primeros caldos de calidad que comencé a tomar, y que aún respeto, son los de la casa Torres. Les estaré siempre agradecido porque nos montaron a los Goliardos un par de cursos de cata gratuitos, uno en la Universitat Autónoma y otro en el centro cultural del vino que tienen en el centro de Barcelona. A partir de ahí le tomé cariño al Sangre de Toro, al Viña Sol, al Viña Esmeralda o al Coronas, marcas que nunca fallan y que no te dan sorpresas. Aunque eso de marear el vino en la copa para hacer ver que descubrías sus aromas y sabores oculto no es lo mío, hay que reconocer que es divertido. Pero tampoco distingo si tiene aromas de roble, o ha sido envejecido en una barrica construida con restos de lapices de colores Alpino. Para mí los vinos se dividen en dos categorías: los que me gustan y los que no. Los de brik acostumbran a no gustarme, y el Tres Erres, tampoco...
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