martes, 6 de febrero de 2007

Homage to Charly (2)

Charly, el gran protagonista, mantenía la dignidad a pesar de los excesos gastronómicos y etílicos, dando ejemplo de saber estar. Eso sí, el sector impresentable del grupo incumplió la normativa cívica de nuestro querido ayuntamiento, según dicen las malas lenguas. Porque pruebas y testigos, no los hay. La siguiente estación, la Mandrágora, un bar en consonancia con el restaurante.

Y es que el grupo seguía apostando por la ausencia de diseño, de gafas modernas de pasta, las botellas polvorientas y los productos de calidad. Tras una sesión patética en un pin-ball, en el que todos competieron para ver quien duraba menos (creo que yo fui el más incompetente), y un rato de conversación sobre lo mundano, vino el momento-billar. Como es normal en un grupo de amigos, los dos equipos (“casados” contra “solteros”) empataron a una partida y decidimos no romper la igualada. Todos ganamos, y todos contentos.

Charly estaba contento, sus amigos no le habían robado la cartera ni habían intentado abusar de él. Sonriente, se fue hacia su hogar...

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