lunes, 12 de marzo de 2007

Publicidad

La subnormalidad (no merece otro nombre) sigue triunfando en el mundo de la publicidad. Hacer un anuncio presuntamente machista despierta rápidamente las protestas de los colectivos feministas que viven de la subvención y del chantaje moral. Pero si a un creativo se le ocurre rodar un spot con una visión teóricamente “feminista” (feminista chungo style, por supuesto), en el que el hombre queda como un imbécil, entonces no pasa nada. Todo es guay, fresco, interesante y rompedor. Lo digo alto y claro: quienes los hacen, los pagan y los disfrutan son tan gilipollas como los que hacían, pagaban y disfrutaban los anuncios más casposos y chungos en los que la mujer quedaba como una fregona

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hacían?
Pagaban?
Disfrutaban?

Siguen haciendo, pagando y disfrutando anuncios en los que la mujer queda como una fregona.
Ambas posturas son patéticas.