jueves, 11 de agosto de 2005
Momento Mac Donald's
Hace unos días tuve un "momento Mac Donald's", una de esas sensaciones curiosas que te invaden cada cierto tiempo. No es que vaya mucho por ese templo de la mercadotecnía hecha carne mortal (de qué animal, mejor no preguntar), pero de vez en cuando, y en compañía de un amigo, me dejo seducir por sus colores (que no sabores y olores) ... y por sus ofertas "Euroahorro", toda una tentación para el bolsillo, y para la curiosidad, porque la pregunta de "¿Cómo pueden poner esos precios a esa presunta comida por un euro y ganar pasta a manta?" es obligatoria. Lástima que Ronald Mac Donald (ese mito erótico... esa mirada, esa sensualidad hecha estatua de plástico) no haya satisfecho mi curiosidad.
Entré con un colega a uno de sus templos más céntricos, pasada la medianoche. El guardia de seguridad era todo un descubrimiento, dado que con su porte no hubiera intimidado ni a una pensionista en silla de ruedas que intentara robar un Big Mac. Porque no tengo alma de "perro callejero", que si no podríamos haber hecho el primer millón. O al menos me podría haber llevado el papel higiénico. Delante mío había una "Jenny Carrefour Reponeitor Style" de esas de "dame un Bis Mas y un refresquito, y que quieres tu Vanessa, fale un chisburger y una cocacola lait", enseñando el tanga (rojo) y que no marcaba más las tetas porque las leyes de la física tienen un límite. Aunque su amiga era aún más espectacular, porque el pantalón ceñido provocaba protestas por parte de su michelín, que estaba a punto de pedir ayuda a Amnistía Internacional, como preso de conciencia.Por supuesto, me tocó el camarero "listo", el que le pides el refresco sin hielo y te pone hielo, le pides una salsa barbacoa y te da una agridulce y le pides un recibo y te mira como si fueras un ser proveniente del planeta Putón X-23, en la Galaxia de Andrómeda.
Tras conseguir mi pitanza y mi amigo la suya, nos encaminamos a una de esas mesas de tamaño "hongkongniano", y en las que apoyar los codos es una quimera.Mi hamburguesa de un euro estaba como esperaba... insípida, y sólo la unción masiva de salsa barbacoa (cobrada aparte) le dio vida, dado que la salsa tenía un gustillo artificial de lo más sabroso. Del Mac Pollo mejor no hablar, porque ese alimento no ha visto ningún ser que tuviera plumas, y tenía una textura digna de la fauna de la región de Txernobyl. Eso sí, me la comí con placer, porque uno tiene el paladar en plena decadencia. Y además, como no me acordaba de su sabor, quise rememorarlo. Las patatas estaban de puta madre, y el refresco... ¡Qué decirte de esa Coca-Cola de máquina que no conozcáis!
Tras esta experiencia gastronómica, con unos pocos euros menos en mi bolsillo, y unos cuantos días menos de esperanza de vida, me volví a sumergir en la noche barcelonesa.
Entré con un colega a uno de sus templos más céntricos, pasada la medianoche. El guardia de seguridad era todo un descubrimiento, dado que con su porte no hubiera intimidado ni a una pensionista en silla de ruedas que intentara robar un Big Mac. Porque no tengo alma de "perro callejero", que si no podríamos haber hecho el primer millón. O al menos me podría haber llevado el papel higiénico. Delante mío había una "Jenny Carrefour Reponeitor Style" de esas de "dame un Bis Mas y un refresquito, y que quieres tu Vanessa, fale un chisburger y una cocacola lait", enseñando el tanga (rojo) y que no marcaba más las tetas porque las leyes de la física tienen un límite. Aunque su amiga era aún más espectacular, porque el pantalón ceñido provocaba protestas por parte de su michelín, que estaba a punto de pedir ayuda a Amnistía Internacional, como preso de conciencia.Por supuesto, me tocó el camarero "listo", el que le pides el refresco sin hielo y te pone hielo, le pides una salsa barbacoa y te da una agridulce y le pides un recibo y te mira como si fueras un ser proveniente del planeta Putón X-23, en la Galaxia de Andrómeda.
Tras conseguir mi pitanza y mi amigo la suya, nos encaminamos a una de esas mesas de tamaño "hongkongniano", y en las que apoyar los codos es una quimera.Mi hamburguesa de un euro estaba como esperaba... insípida, y sólo la unción masiva de salsa barbacoa (cobrada aparte) le dio vida, dado que la salsa tenía un gustillo artificial de lo más sabroso. Del Mac Pollo mejor no hablar, porque ese alimento no ha visto ningún ser que tuviera plumas, y tenía una textura digna de la fauna de la región de Txernobyl. Eso sí, me la comí con placer, porque uno tiene el paladar en plena decadencia. Y además, como no me acordaba de su sabor, quise rememorarlo. Las patatas estaban de puta madre, y el refresco... ¡Qué decirte de esa Coca-Cola de máquina que no conozcáis!
Tras esta experiencia gastronómica, con unos pocos euros menos en mi bolsillo, y unos cuantos días menos de esperanza de vida, me volví a sumergir en la noche barcelonesa.
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4 comentarios:
¡Bravo! Me encantan estos relatos tuyos llenos de gastronomía fina y glamour, Sergio. Yo sólo he ido una vez a un MacDonalds de éstos, y como soy muy maniático comiendo, me negué a ingerir nada que en la noche de los tiempos fuese ente vivo de sangre caliente, así que pedí una pasta de manzana, pensando al menos en comerme el hojaldre y la frutilla tapándome la nariz. ¡Y no van los tíos y me dan una barrita de 3x10 precocinada envuelta en aluminio recién sacada del microondas! Era una verdadera porquería, vomitivo, una experiencia traumática para un niño tan fino como yo.
pues yo recomiendo una visita al McDo de Plaza Triangular/de la Hispanidad en Benidorm. No por la cutre-alimemtación, no por ver a los fofos británicos luciendo sus michelines quemadas al rojo vivo que asoman entre camisetas y pantalones ciclistas a punto de petar (Marx reconocería el Lumpenproletariat en seguida) sino por una empleada de cara, cuerpo y porte absolutamente angelical. Una Angelina Jolie pero rubia, de cara un poco más alargada y algo más bronceada... Joer... que visión. Daban ganas de pedir otro SuperExtraMenuChuliBigBigMacdeMegaVerano sólo para que te preguntase "Para comer aquí o para llevar..."
Diablos... esa camarera merece ser conocida!
en otoño bajaré con cámara y haré de paparazzi...
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