domingo, 1 de octubre de 2006
Cosas de la edad
Me hago mayor. Cuando un grupo de veinte post-adolescentes de edad física, y pre-adolescentes de edad mental, se ponen en la mesa de al lado en un restaurante para celebrar el “cumple” de uno de los miembros de la tribu, tiemblo. Reconozco que en estos caso, y a esas edades, yo también bebía, y cantaba, y decía “cafradas”. Pero... ¿tantas? Hace unos días coincidí con uno de estos acontecimientos, y había una chica con una voz estridente, que se empeñaba en destrozar con sus decibelios las bombillas del local (casi lo consigue), y que no paraba de demostrar a gritos que guay era y que bien se lo pasaba. Os juro que hasta otros seres de la misma edad que la interfecta, que estaban en otras mesas, ponían cara de “Dios mío, que alguien le meta algo en la boca, lo que sea, pero que se calle”. También estaba en el mismo grupo “el alma de la fiesta”, un tipo que cantó en media hora la misma canción en una docena de veces. Era una melodía que incitaba al consumo alcohólico, cosa siempre loable, pero ¿no conocía el amplio y rico repertorio de canciones de taberna que tiene nuestra cultura? Pues no, el tipo no cambiaba el disco. Sobreviví, pero comienzo a entender porque el Ipod y similares tienen tanto éxito.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
...se debería reinplantar la condena a galeras.
cada año que pasa, la idea del club inglés, silencioso, con sus sillones mullidos, con sus mayordomos de toda la vida que te traen el whisky sin que tengas que pedirlo, adquiere más interés y atractivo...
ummm... me gusta la idea... creo que me autonombraré Lord Fidalgo
Publicar un comentario