Calatrava power

El jueves por la noche tuve una experiencia casi mística, cené con los (grandes) Hermanos Calatrava. Sí, ya sé, que la gran mayoría de mis conciudadanos pensarán que soy un friki, pero que le vamos a hacer si yo nací en el Mediterráneo. Estos dos (grandes) artistas han creado algunas de las páginas más memorables del humorismo popular celtibérico, y merecen mi adoración, respeto y no les doy mi cuerpo porque no lo necesitan. Además, soy demasiado feo y viejo para ejercer de “groupie”. Ah, si yo fuera joven, rubia y escultural otro gallo cantaría...

Escuchar sus opiniones sobre la vida, el gobierno, su (numeroso) público fue todo un placer. Qué te digan “el año pasado fue un poco flojo”, y luego enterarte que hicieron más de noventa galas es para alucinar. Ya tienen contratadas más de veinte para el 2006, y las que caerán. Como colofón de la cena, los imprescindibles orujazos: blanco o de hierbas, como tiene que ser...

La mujer de Paco “Jagger”, una bella rusa que habla el español de puta madre, estuvo muy simpática. Me alegro por él, porque la chica es un encanto. Tras el ágape, concierto con los hijos de ambos hermanos, que han montado un grupo. Y no lo hacían nada mal.

Esta agradable reunión fue gracias a Fernando, un amiguete, que durante el viaje de vuelta puso un CD de Jaume Sisa, y descubrimos que los dos somos incondicionales del cantautor galáctico. Tras intercambiar anécdotas sobre él (ambos le conocimos, aunque de manera muy superficial) en circunstancias muy diferentes, encaminamos nuestros pasos hacia la sala Magic. Más alcohol y empiezo a ver a todos los estereotipos de la noche barcelonesa: el rockero perfecto con tupé e inmensas patillas, el cuarentón enrollado con chupa tejana, la chica adidas con falda manga, el treintón semicalvo mirando a todo lo que tenía tetas y se movía, el ex televisivo que intentaba aprovechar sus últimos rescoldos de popularidad… y el tipo barbudo que aguantaba un cubata y hacía como que bailaba mientras tenía la mente en Singapur (yo).