jueves, 26 de abril de 2007
Bravas muy tristes
Nadie me obligó, lo hice por propia voluntad, fue un acto libre y consciente. Pero me arrepiento de él. Pedí en el Pans & Company unas teóricas patatas bravas, y me autojustifiqué pensando “mira, vamos a probarlas, a ver como están”. ¡Capullo! ¿Cómo querías que estuvieran unas bravas de una cadena de fast-food? Cutres, muy cutres. Una salsa que parecía que te estaba pidiendo perdón por existir, mientras argumentaba que “no tengo la culpa, me han fabricado así”. Un recipiente muy cutre. Unas patatas insípidas y sin ninguna gracia. ¿Cómo se atreven a mancillar el buen nombre de esta gran tapa con algo así?
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1 comentario:
eso siempre decepciona, si no compara una hamburguesa de cadena de fastfood y una bien hecha por un amigo yanqui que te tenga aprecio. O un perrito caliente de verdad, con su panecillo, su cebollita frita, con la barra blandiblub penetrada analmente y inundada de ketchup industrial y una cosa llamada salchicha...
Como la paella esa de microondas, iks...
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