miércoles, 18 de abril de 2007
Un gran homenaje
El gran X (mantendremos su anonimato) volvió a ser homenajeado por sus amigos, que con tal de devorar a su costa en un templo gastronómico de la categoría de Casa Leopoldo serían capaces de vender a sus respectivas madres, mentir a sus abuelas y azotar a sus hermanas. ¿Acudiríamos si nos invitara a una conferencia suya sobre La evolución de la Física Nuclear? No lo sé, pero lo único cierto que en la cita alimenticia estábamos todos como un clavo para disfrutar de su compañía, y de los manjares.
La velada volvió a ser entrañable, con referencias constantes a lo acontecido en los últimos meses, y a cierto episodio que no podemos revelar (secreto profesional) pero del que tenemos pruebas gráficas y sonoras para chantajear vilmente a los afectados cuando convengan. Su destrucción sólo será posible mediante un cuantioso ingreso en una cuenta numerada en Suiza.
El pescado, como siempre, soberbio. Los entrantes, abundantes y sabrosos. El postre, estelar. Los puritos, en su punto. Los chupitos, perfectos. La charla y la compañía, lo mejor. ¿La cuenta? A cargo de nuestro generoso mecenas. Tras la cena, expedición hacia las tascas de la calle de la Mercè. Nuestro objetivo, la leche de pantera. Cayeron cuatro botellas entre cánticos diversos, brindis a la Legión y por las mujeres y juramentos de amistad eternas.
Los elementos más avezados de la expedición fracasaron lamentablemente en su intento de ligar con una japonesa, mientras los ya comprometidos mirábamos la escena desde lejos mientras apurábamos nuestros vasos. ¡Qué bonito es recordar nuestros fracasos pasados, mientras ahora son otros quienes fallan en su objetivo! Tras los chupitos, los abrazos de rigor y la separación hasta la próxima salida de la asamblea de majaras...
La velada volvió a ser entrañable, con referencias constantes a lo acontecido en los últimos meses, y a cierto episodio que no podemos revelar (secreto profesional) pero del que tenemos pruebas gráficas y sonoras para chantajear vilmente a los afectados cuando convengan. Su destrucción sólo será posible mediante un cuantioso ingreso en una cuenta numerada en Suiza.
El pescado, como siempre, soberbio. Los entrantes, abundantes y sabrosos. El postre, estelar. Los puritos, en su punto. Los chupitos, perfectos. La charla y la compañía, lo mejor. ¿La cuenta? A cargo de nuestro generoso mecenas. Tras la cena, expedición hacia las tascas de la calle de la Mercè. Nuestro objetivo, la leche de pantera. Cayeron cuatro botellas entre cánticos diversos, brindis a la Legión y por las mujeres y juramentos de amistad eternas.
Los elementos más avezados de la expedición fracasaron lamentablemente en su intento de ligar con una japonesa, mientras los ya comprometidos mirábamos la escena desde lejos mientras apurábamos nuestros vasos. ¡Qué bonito es recordar nuestros fracasos pasados, mientras ahora son otros quienes fallan en su objetivo! Tras los chupitos, los abrazos de rigor y la separación hasta la próxima salida de la asamblea de majaras...
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