viernes, 21 de abril de 2006

Carajillo de Baileys

Uno de mis momentos más relajantes es cuando puedo saborear un carajillo de Baileys mientras charlo con un buen amigo o amiga. Hoy he tenido esa suerte, y mientras nos contábamos las vidas sentía el suave calor del licor de whisky en mi garganta. Estuve por pedir alguno más, pero la jornada laboral es la jornada laboral... Por cierto, no os perdáis los magníficos bocadillos del Slavia, en la calle Londres.

Karmele Marchante

Nunca fue una belleza, pero ahora está más estropeada que nunca. Se ve que tanto ejercer de viborilla le ha afectado al semblante. ¡Qué momentos tan gloriosos ha dado esta "periodista" al panorama catódico! Esta mujer y el Mariñas forman parte de mi Olimpo particular de comunicadores a evitar. Nada más verlos me salen granos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y no te olvides de Ferrando y su puro. Otro crack del viborismo aplicado a la salsa rosa.