sábado, 18 de noviembre de 2006
Memorias alcohólicas (VII): un capítulo aparte
Los tequilas se merecen un capítulo aparte, porque nunca fue una bebida que me entusiasmara, pero era el típico brebaje social que se imponía en reuniones de colegas. Tarde o temprano alguien sugería pedir chupitos con limón y sal. Y depende del sitio, podías tener una experiencia en la tercera fase. Si el local tenía un mínimo de pretensiones y te servían José Cuervo o similares, podías tener una noche tranquila. Pero ay de ti si te tocaba el tridente maldito, las marcas que eran la antesala de una resaca terrible: ¿Quién no ha padecido las consecuencias de la ingesta del tequila Takila’s, Dolmen o Montejano? Realmente era la prueba definitiva de la inconsciencia de cada uno. Aunque uno ha hecho muchas capulladas, aún tenía el sentido común suficiente para no pasar de tercer pelotazo, porque aquello era para hombres de verdad. Y uno siempre ha sido media nena...
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