sábado, 18 de noviembre de 2006
Memorias alcohólicas (IV): el clan de la avellana
Tras los “pseudo-lumumbas” me pase al licor de avellana, en chupito. Lo encontraba delicioso, y ahí estaba yo dando de comer al sector de los frutos secos (sí, lo reconozco, tengo confianza que ese brebaje contenga un mínimo de avellana, y no sea sólo amianto, PVC, extracto de compresas liofilizadas y agua del río Llobregat). Como siempre he odiado los licores de frutas con hielo, tenía continuas pugnas con las camareras que se empeñaban en servírmelo con cubitos. Al final me cansé y estuve un tiempo con el siempre clásico ron con Coca-cola, que se alternaba con el gin con cola. Bebidas de confianza, que nunca fallan, y que te dan un aspecto de normalidad. Lo que yo no sabía cual era el siguiente paso en mi decadencia...
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2 comentarios:
me suena esa foto tomasiana...
Claro maestro! Fueron ustedes los artistas!
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