martes, 15 de marzo de 2005

A palos

Sin duda, los policías que van a los campos de fútbol son lo peor de cada casa. No hay estadio en el que no la armen. Zaragoza y Villarreal son dos destinos en los que demuestran que tienen la porra fácil. El domingo cargaron con dureza contra la afición del Espanyol que acudió a El Madrigal, y cómo siempre recibieron honrados padres de familia y niños, los que menos culpa tenían. Claro, pegar a los que la arman es complicado, porque igual se rebotan, es más fácil repartir a quien no se puede defender. Nuestra policía está al mismo nivel que nuestros gobernantes.

¡Qué mala suerte!

Vayamos a cosas más ligeras. Mira que habrá bares en los alrededores de Villarreal, pues acabé comiendo en uno con un escudo del Barça presidiendo el local. Me di cuenta demasiado tarde, cuando ya había devorado la longaniza y la sepia y esperaba el plato combinado. Pero como todo estaba bueno, y el bombón (café con leche condensada) era excelente, no hubo nada que objetar. El destino quería que disfrutara de una derrota abultada (cuatro a uno) y que visitara un templo blaugrana, en este caso en la localidad de Onda.

Torrebruno resucitado

El viaje a Villarreal se hizo corto gracias al repertorio de chistes del gran Carlos Mira, un excelente fotógrafo y mejor compañero, que compite con Torrebruno a la hora de optar al título al peor repertorio de la historia universal del humor. De tan malos que eran, resultaban interesantes. Pero la anécdota del desplazamiento la protagonizó otro excelente compañero, Moisés Llorens, que alucinado ante el nivel de belleza de las chicas que atendían a la prensa en El Madrigal le preguntó a una de ellas si había pasado un un casting. La chica sonrió, pero no nos hizo demasiado caso. Luego nos enteramos que sí, que las escogían tras pasar unas pruebas.

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